viernes, 29 de enero de 2016

LA PRIMERA CLASE

Hoy hemos tenido la segunda clase de ésta asignatura. Ha sido la primera clase que hemos tenido con Josemi y, para empezar, nos ha explicado las características de la asignatura. Después, hemos visto los siguientes vídeos que nos han hecho reflexionar sobre el uso de las tecnologías.

El primero de los vídeos, habla sobre el futuro de la tecnología y el uso que le podremos dar. Por ejemplo, se comenta la posibilidad de aprender idiomas mediante la ingesta de una pastilla que se transfiera al riego sanguíneo y así, a través de la sangre, llegar hasta el cerebro para acceder a las neuronas. También se pronuncia sobre la importancia de la conectividad, ya que todo se beneficia de la conectividad y la computación en dos sentidos:

Por una parte, la educación siempre es parte de la solución o la solución en sí. Por otra parte, hemos aprendido que la inteligencia colectiva es mejor que la individual. Por ejemplo, en los ámbitos como el de la alimentación, la retroalimentación computacional permite producir alimentos sin tierra. O se puede obtener carne sin una vaca; se toma el ADN de una vaca y se realizan miles y miles de filetes.

Ideas como estas, impensables hace sólo 10 años, ahora pueden ayudar a solucionar problemas gravísimos que se deben a los ordenadores y a las comunicaciones.






El segundo vídeo se pronuncia sobre la cantidad de información que producimos y sobre lo que pasa con toda esa información. Como acabo de decir, producimos un montón de información importante; y, además, somos espiados diariamente. Por poner un ejemplo, cada compañía telefónica con más de 10.000 clientes tiene que guardar los datos de todos sus clientes en un periodo mínimo de 6 meses y máximo de 2 años. Esos datos son un diario de lo que hacemos: dónde estamos, cuándo vamos en tren, cuándo paramos, qué mensajes recibimos, quién nos envía esos mensajes...

Nuestros teléfonos están enviando información todo el rato: estoy aquí, estoy haciendo esto... Y todo eso pasa sólo en nuestros móviles. Por lo que podemos imaginar la cantidad de información que pueden recibir a través de ordenadores, cámaras, radares o todas la tarjetas que llevamos en nuestras carteras.

Otro ejemplo son las tarjetas de puntos de los supermercados. Aunque parezcan unas simples tarjetas en las que acumulamos puntos para lograr algún pequeño premio, a través de ellas pueden saber quién eres, dónde vives, qué comes, en qué gastas, cuando vas de vacaciones, cuántos hijos tienes... 

Después de esto, puede que nos estemos preguntando que para qué quieren las empresas toda esa información que tienen sobre nosotros, al fin y al cabo, personas que no somos nadie y que somos totalmente desconocidos. La respuesta es simple, las empresas quieren toda esa información, que puede utilizarse en nuestra contra, para venderla y hacer dinero.